Sabría reconocer que tipo de letra es solo a simple vista.
Me gusta el color amarillo, viajar, y disfrutar de los pequeños detalles. Vengo de un lugar de montaña, muy pequeñito, donde he crecido en plena naturaleza rodeada de animales.
Me flipa la playa, los chapuzones y estirarme como un lagarto al sol.
Mi pasión: la gente, observar y captar sus mejores momentos a través de la fotografía. Intentado transformar miradas, convertir el vídeo en una herramienta de transformación social, ¡¡esa mi inquietud!!
Hago canciones para verduras inspirándome en las frutas e investigándolas para que crezcan bien, ¡pero también os pueden servir a los humanos! Para mí, ir al campo en primavera es como ir a una orquesta, pero por eso mismo las cebollas me hacen llorar por partida doble. Desde la pandemia me han dado CALABAZAS para todos los conciertos vegetales, y eso que son al aire libre, ¡pero por suerte tengo bananas a ritmo tropical todo el año!
Desde pequeño siento atracción por las zapatillas, su forma, su aerodinámica… pero, sobre todo, por algo a lo que la gente no presta atención: la huella que dejan al pisar. De adolescente llegué a conocer muy bien las huellas de mis colegas, era capaz de saber quiénes habían estado en un sitio con sólo mirar el suelo. He cambiado. Mi barrio también. Hoy hay tanto cemento que es difícil encontrar pisadas. Ahora soy un friki de la otra huella, la ecológica. Me pongo retos para reducirla: me levanto y me acuesto con el sol, voy a los lugares a pie, me lavo los dientes con un hilo de agua… Y tu reto, ¿cuál es?
Si por mí fuera tendría una casa entera solamente para juegos de mesa. Como no es posible intento reciclar y componer nuevos juegos con los que ya tengo. Y creo por completo en el poder que estos tienen para el aprendizaje. También me gusta guardarlos en un baúl muy especial, era de mis abuelos y perdí la cuenta de los años que tiene. Lo rehabilité con mimo y ahora guardo mis bienes más preciados ahí. ¡Stop al consumismo, que nos puede y la salud planetaria es la que realmente importa!
Crear y transformar espacios me da toda la energy. Me encanta diseñar ciudades en las que vivan personas, animales y plantas. Mi pasión por construir me ha llevado a hacer desde castillos en la arena a torres con palillos de dientes.
Adoro la montaña y la playa, coger la mochila y “escapar a otro lao”. Cuando ando por la calle o la montaña me pone triste la gente que tira la basura al suelo y ensucia el paisaje y la naturaleza, hay que ser agradecido con lo que la naturaleza nos da.
Intento colaborar siempre a tener unos espacios limpios y no contaminados, por eso siempre voy en bicicleta o andando, ¿Tú cómo colaboras?
El cambio climático me quitó la melena rubia, pero sigo siendo una friki de los pimientos, eso no va a cambiar. La huerta me regala millones de pimientos durante el verano, rojos, marrones, verdes… y me acompañan en el almuerzo, en el trabajo, en las cenas de picoteo: asados, crudos, fritos… Llámame loca, pero desde que cultivo mi propia comida tengo superpoderes para comunicarme con mi gente ¡que no falte un buen aperitivo en los encuentros con familia y amistades! ¿Mi sueño para toda la vida? ¡Barriga y corazón contento!
Desde los 12 años a los muchísimos de ahora (entre nosotras, son 3 décadas) he aprendido de todo lo que te puedas imaginar del campo. Te limpio las bujías de un cortacésped, tengo huertos callejeros que me dan la vida (con los que he entablado una relación maravillosa con las vecinas del patio), estoy en un proceso de recuperación de semillas locales de trigo y con la desbrozadora y el cortasetos te puedo hacer la figura que quieras. Soy una cajita de sorpresas camperas.
Desde muy pequeña siempre me encantó ir al campo con mis abuelos, adoro los animales y la naturaleza, no hay nada más reconfortante que aportar tu granito de arena al medio ambiente. ¡¡¡El consumo responsable o el pequeño comercio son pequeñas acciones que pueden mover el mundo!!! Inténtalo… Ya verás como lo conseguiremos.